Este es un tema que afecta a todos los trabajadores y empresarios, la privacidad en el trabajo. Vamos a analizar un caso que fue hasta el Tribunal Supremo y que marcó un antes y un después en esta materia.

El caso de Magda y los correos corporativos.

Magda administradora y socia mayoritaria de una empresa desde el primer día, estableció reglas claras: los recursos tecnológicos de la empresa, como los ordenadores y el correo corporativo, solo deben usarse para fines laborales.

Para asegurarse de que todos lo entendieran, los empleados firmaron documentos donde se comprometían a respetar esta política. Pero, como suele ocurrir, la teoría no siempre se cumple en la práctica.

Tres empleados, tres empleados empezaron a usar sus correos corporativos para temas personales, enviando incluso mensajes confidenciales e íntimos a otras personas. Durante años, Magda sospechó de este uso indebido, pero no fue hasta marzo de 2019, cuando el servidor colapsó por falta de espacio, que decidió investigar.

En el proceso de hacer una copia de seguridad del correo, Magda encontró los mensajes personales de sus empleados, confirmando lo que temía: no estaban respetando las normas.

Magda decidió actuar de inmediato y los despidió por incumplir las normas internas de la empresa. Sin embargo, los tres empleados no se quedaron de brazos cruzados.

Llevaron el caso al tribunal laboral, alegando que la empresa había vulnerado su privacidad al revisar sus correos sin su consentimiento. Y aquí llega el primer giro de la historia: el tribunal falló a favor de los empleados.

El tribunal consideró que el acceso a los correos personales había violado el derecho fundamental a la intimidad, por ello, declaró los despidos nulos.

Pero la historia no terminó ahí. Los empleados presentaron una denuncia penal contra Magda, acusándola de un delito de descubrimiento y revelación de secretos.

El caso llegó hasta el Tribunal Supremo, que tuvo que decidir si Magda había cometido un delito al acceder a los correos.

El Tribunal Supremo finalmente absolvió a Magda. ¿Por qué? Porque consideró que su actuación estaba justificada. Según la sentencia, ella no había accedido a los correos por curiosidad ni para obtener información personal, sino para solucionar un problema técnico en el servidor y verificar el cumplimiento de las normas.

Además, el tribunal destacó tres aspectos claves:

1. Advertencias previas: Los empleados sabían que no podían usar el correo corporativo para asuntos personales.

2. Firmas de aceptación: Habían firmado documentos aceptando las políticas de la empresa.

3. Proporcionalidad: El acceso de Magda fue razonable y necesario para garantizar el funcionamiento del sistema y el cumplimiento de las normas.