¿Qué pasa si incumples una orden de alejamiento?
Una orden de alejamiento no es una recomendación. Es una prohibición judicial firme, y romperla puede tener consecuencias muy serias, ya que incumplir una orden judicial penal incluso puede llevar a acabar en prisión. Incumplir una orden judicial penal es un riesgo que no debe tomarse a la ligera.
Pero, ¿qué ocurre si el contacto no es directo? ¿Y si quien rompe la orden no sabía que su conducta exacta estaba prohibida? Incumplir una orden judicial penal sin conocimiento necesario podría tener un enfoque distinto.
Vamos a explicarlo con un caso real.
¿Qué es el quebrantamiento de condena?
El delito de quebrantamiento de condena castiga a quien incumple una pena o medida impuesta por resolución judicial. Incluye:
- Órdenes de alejamiento
- Prohibiciones de comunicación
- Otras medidas cautelares o definitivas dictadas por un juez
Este delito es esencial para garantizar que las decisiones judiciales se cumplen y se respetan. Sin él, las sentencias quedarían en papel mojado.
Pero no todo incumplimiento aparente es delito automáticamente. En Derecho Penal, es necesario algo más: que haya dolo, es decir, intención de incumplir. Incumplir una orden judicial penal requiere probar intención.
El caso de Benito: una tarjeta que casi le cuesta la libertad
Benito, de 36 años, fue condenado por maltrato a su expareja, Isabel. Como parte de la sentencia, se le prohibió:
- Acercarse a ella a menos de 300 metros
- Comunicarse por ningún medio: teléfono, WhatsApp, redes o terceros
Estas condiciones le fueron explicadas con claridad en el juzgado. Sabía perfectamente qué podía y qué no podía hacer.
Poco después, preparó una bolsa con ropa y comida para su hija pequeña, que iba a pasar el día con su madre. Dentro de esa bolsa, incluyó una tarjeta de felicitación, con palabras cariñosas también dirigidas a Isabel. Sin embargo, incumplir una orden judicial penal fue el resultado de su acción.
No había amenazas ni insultos. Pero Isabel lo denunció, y la Fiscalía entendió que había quebrantado la orden de no comunicación.
¿Hubo delito?
Aparentemente, sí hubo una comunicación prohibida. Pero el caso llegó al Tribunal Supremo, y allí se discutió lo más importante: ¿tenía Benito intención de romper la orden?
El Tribunal concluyó que:
- Benito fue informado de lo que no podía hacer
- Pero no quedó probado que supiera que un gesto como ese —una tarjeta dentro de una bolsa— también se consideraba una infracción
- Y sin esa certeza, no puede haber condena penal
¿Por qué se absuelve a alguien que «rompe» una orden?
Porque en Derecho Penal no basta con hacer algo prohibido. Hay que probar que la persona sabía que lo hacía mal y que quería hacerlo. Es lo que se conoce como dolo intelectual y volitivo:
- Saber que se incumple
- Querer incumplir
Si no se acredita esto, no se puede condenar. Incumplir una orden judicial penal sin dolo no es suficiente para una condena.
Conclusión
Romper una orden de alejamiento, aunque sea con un simple gesto o mensaje, puede tener consecuencias muy graves. Pero el Derecho Penal exige pruebas claras de que la persona actuó con conocimiento y voluntad de incumplir.
El caso de Benito recuerda que las intenciones importan. Y que, a veces, la diferencia entre una condena y una absolución está en lo que se pueda demostrar. Incumplir una orden judicial penal sin intención clara puede cambiar el resultado de un juicio.
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