¿Qué ocurre tras el fallecimiento del obligado?
Imaginen que, tras un divorcio, el juez les reconoce el derecho a recibir una pensión compensatoria porque su expareja tiene más recursos que ustedes.
Todo marcha bien, hasta que de repente, la persona que debe pagar esa pensión fallece.
¿Qué pasa ahora?
¿Se acaba la pensión?
¿Se puede reclamar a alguien más?
¿Podrían incluso los herederos tener que asumir ese pago?
Hoy les contaré una historia que puede sorprenderlos… y que les hará pensar en lo poco que sabemos de nuestros propios derechos.
La historia de Ana y Luis
Ana tiene 52 años y trabaja a tiempo parcial en una pequeña tienda de barrio. Su sueldo le permite pagar lo básico… pero poco más.
Luis, en cambio, tiene 55 años. Es empresario, vive desahogadamente y, durante muchos años, ha sido el sustento principal del hogar.
Después de 15 años de matrimonio, deciden divorciarse. Y el juez, viendo la diferencia económica entre ambos, le concede a Ana una pensión compensatoria.
Luis, hasta ese momento, cumplía religiosamente con el pago. Mes a mes, Ana recibe la cantidad que le permite seguir adelante.
Pero un día ocurre lo inesperado.
Luis fallece.
Aquí empieza el verdadero problema.
Luis no tenía hijos. Sus únicos herederos eran sus padres, Carmen y Antonio, de 78 y 81 años. Personas mayores, jubiladas, que vivían con sus pensiones y unos ahorros modestos.
Ahora les pregunto: ¿Qué creen que pasó con la pensión compensatoria de Ana?
¿Desapareció de inmediato?
¿O todavía tenía derecho a recibirla?
Aquí es donde viene la sorpresa. La pensión compensatoria NO desaparece automáticamente con la muerte del obligado.
La ley dice que, si las causas que justificaron esa pensión siguen existiendo, el beneficiario mantiene su derecho.
Ahora bien, los herederos NO están obligados a asumir esa pensión de manera ilimitada.
¿Carmen y Antonio, los padres de Luis (el obligado a pagar la pensión a su ex), debían pagar la pensión de su hijo fallecido?
La respuesta es: Sí
Cuando se extingue la pensión compensatoria:
- Si el beneficiario mejora su situación económica.
- O se casa de nuevo o convive de manera estable con otra pareja.
Ahora volvemos a nuestra historia.
Ana, al dejar de recibir la pensión, decidió reclamar ante los tribunales.
Carmen y Antonio (sus exsuegros), dos personas mayores, se vieron envueltos en una batalla legal que nunca imaginaron.
El juez, tras analizar el caso, reconoció el derecho de Ana a seguir recibiendo la pensión.
Carmen y Antonio, por su parte, tuvieron que hacer frente a un gasto inesperado por la herencia de su hijo.
Y ahora les pregunto a ustedes…
¿Es justo que Ana siguiera recibiendo la pensión?
¿O creen que los padres de Luis no deberían haber tenido que asumir esa responsabilidad?
Este caso nos enseña algo fundamental: conocer nuestros derechos y nuestras obligaciones es clave para evitar sorpresas inesperadas.
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